El gobierno de Putin equipara a supuestos grupos ocultistas con organizaciones terroristas, en una jugada que analistas ven más política que de seguridad real. ¿Qué hay detrás?
#ContextoExpress: En julio de 2024, el Tribunal Supremo ruso prohibió el “movimiento satanista internacional” sin que exista una organización formal con ese nombre. Este 19 de septiembre, la medida escaló: fue incluido en la lista oficial de “terroristas y extremistas”, al mismo nivel que ISIS o Al-Qaeda. Esta estrategia recuerda a la usada contra el “movimiento internacional LGBTIQ+” a finales de 2023.
¿Qué pasó realmente? Los detalles de la prohibición
La base de datos del Servicio Federal de Control Financiero de Rusia (Rosfinmonitoring) actualizó su lista este viernes. La entrada es vaga: “Movimiento satanista internacional”. La fiscalía general, que impulsó la medida, argumentó que este movimiento “inexistente” se basa en una “ideología extremista” y fomenta el “odio hacia las confesiones tradicionales”.
Pero el lenguaje se vuelve más alarmante en los documentos judiciales: acusan a sus “seguidores” de “practicar ritos ocultistas, asesinatos rituales y cometer delitos contra menores”. Cargos graves, pero presentados sin evidencias públicas concretas más allá de casos criminales aislados.
La “lista de terroristas” de Rusia
No es solo una clasificación simbólica. Entrar en esta lista significa:
- Congelación inmediata de cuentas bancarias y activos financieros.
- Penas de prisión de hasta 10 años para cualquier persona reconocida como vinculada al movimiento.
- Vigilancia prioritaria por parte de los servicios de seguridad.
La conexión LGBTIQ+: Un patrón de persecución ideológica
#DatazoKulto: Esta es la segunda vez que Rusia utiliza el concepto de “movimiento internacional” para prohibir una ideología. La primera fue en diciembre de 2023, contra el “movimiento internacional LGBTIQ+”. Ambas medidas comparten una formulación imprecisa que, según organizaciones de derechos humanos, permite al gobierno perseguir a cualquier persona o grupo que desafíe sus valores conservadores.
¿Por qué este patrón?
- Consolidar el poder interno: Putin se presenta como el defensor de los “valores tradicionales” (familia, religión ortodoxa) frente a un Occidente “corrupto y decadente”.
- Crear enemigos internos: En tiempos de guerra y sanciones, necesitar chivos expiatorios locales une a la población alrededor del gobierno.
- Contentar a la Iglesia Ortodoxa Rusa, un aliado clave del Kremlin con una influencia enorme en la política doméstica.
La retórica “satánica” de Putin y la guerra en Ucrania
El presidente Vladimir Putin ha usado repetidamente la retórica religiosa para justificar su invasión de Ucrania. En 2022, llegó a afirmar que Occidente promueve una “ideología satánica” que amenaza la “civilización cristiana”. Esta prohibición no sale de la nada: es la materialización legal de ese discurso.
¿Existe realmente una amenaza satanista masiva en Rusia?
Sí ha habido crímenes horrendos cometidos por individuos que se identificaban como satanistas. Sin embargo, expertos consultados por agencias internacionales coinciden en que no existe una red organizada a nivel nacional o internacional que justifique equipararla con el terrorismo yihadista. La medida es, sobre todo, simbólica y política.
El impacto real: ¿A quién afecta esta ley?
La ambigüedad del término es su arma más peligrosa. No se necesita pertenecer a un grupo registrado. Basta con que la fiscalía argumente que una persona difunde “ideas satánicas” (¿qué lo define?), posee literatura ocultista o sigue símbolos asociados, para que enfrente consecuencias severas. Es una herramienta legal para silenciar la disidencia bajo un manto religioso.
Rusia libra una batalla cultural donde el satanismo es el nuevo enemigo fantasma. Más allá de los ritos ocultos, la pregunta central es: ¿Hasta dónde puede un Estado llegar para controlar la ideología de sus ciudadanos bajo la excusa de proteger la tradición?
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